Alquiler de coches en el aeropuerto de Burdeos (BOD)

El Aeropuerto de Burdeos es el principal centro aéreo del suroeste de Francia y conecta a la vibrante región de Nueva Aquitania. Situado a solo 12 kilómetros de la ciudad, se tarda unos 30 minutos en coche para llegar al centro. El aeropuerto cuenta con tres terminales: la A para vuelos internacionales, la B para nacionales y la terminal de bajo coste ‘billi’, con un total de 39 puertas de embarque. A lo largo del recinto, los viajeros encontrarán cafeterías, tiendas, salas VIP y servicios para familias. Más de 7 millones de pasajeros pasan por sus instalaciones cada año, lo que lo convierte en una pieza clave en la conectividad regional. Ya sea que viajes por negocios o para disfrutar de las rutas del vino, este aeropuerto combina comodidad con el encanto local. Más información disponible en la página oficial: Aeropuerto de Burdeos

Recoger un coche de alquiler en el Aeropuerto de Burdeos es sorprendentemente sencillo. Justo después de recoger tu equipaje, sal por la puerta del Hall A y verás la zona de alquiler de coches justo al otro lado de la calle. Es un paseo corto —sin autobuses, sin complicaciones— y las oficinas son limpias, modernas y fáciles de ubicar. Todo está pensado para que empieces tu viaje cuanto antes. Algunas compañías incluso ofrecen un servicio de bienvenida personalizada, con personal que te espera dentro del terminal o justo en la salida. Ya sea que vayas al centro de la ciudad o a recorrer viñedos, el inicio del trayecto no podría ser más fluido.

Elige el coche adecuado. Piensa adónde vas y cuánto espacio necesitas. Un coche compacto es ideal para moverse por las calles de Burdeos, pero si te diriges a la región vinícola, el confort es clave. Escoge con inteligencia y disfruta del viaje.

Entiende tu cobertura de seguro. No des por hecho que estás completamente cubierto. Lee bien la letra pequeña para saber qué está incluido —daños, robo, pinchazos—. Lo último que quieres en tus vacaciones en Francia es llevarte sorpresas desagradables.

Lleva tu propio GPS. No malgastes dinero en dispositivos caros de alquiler. Tu teléfono, con mapas sin conexión, funciona perfectamente. Añade un cargador, quizás un soporte, y listo: sin costes extra.

Conoce las condiciones de cancelación. Los planes cambian —retrasos, vuelos reprogramados, imprevistos—. Una reserva flexible te permite adaptarte sin penalizaciones. Siempre revisa las condiciones antes de confirmar para no pagar por un coche que no usarás.

Devuelve el coche a tiempo. Es tentador hacer una última parada en una bodega, pero ten el reloj en mente. Las devoluciones tardías acumulan cargos rápidamente. Deja un margen de tiempo para entregar las llaves sin estrés y sin dañar tu bolsillo.

Place de la Bourse y el Espejo de Agua. Este es el Burdeos más fotogénico. La majestuosa plaza del siglo XVIII se complementa a la perfección con la enorme lámina de agua que tiene enfrente. Ven al atardecer, cuando las luces de la ciudad se reflejan en el agua: es pura magia.

La Ciudad del Vino. Amantes del vino, este es vuestro lugar. No es solo un museo, sino una inmersión sensorial total en la cultura vinícola francesa. Con una arquitectura vanguardista, catas y vistas panorámicas, convierte la pasión de Burdeos en una experiencia inolvidable.

Catedral de Burdeos. Imponente y atemporal, esta joya gótica se alza en el corazón histórico de la ciudad. Entra y siente el paso de los siglos, incluso una boda real. No te pierdas la subida al campanario para disfrutar de unas vistas espectaculares del suroeste francés.

Viñedos de Burdeos. Esto es lo que sueñas: colinas onduladas, fincas históricas y los vinos más emblemáticos del mundo. Ya sea en Médoc o Saint-Émilion, un día entre viñedos es puro placer campestre a la francesa.

Gran Teatro de Burdeos. Aunque no asistas a una función, solo estar bajo sus columnatas ya vale la pena. Por dentro, todo es oro, terciopelo y elegancia. Francia sabe cómo hacer teatro, y aquí lo demuestra con todo su esplendor.

Saint-Émilion. A solo 45 minutos de Burdeos, este pueblo de cuento es puro encanto francés. Imagina viñedos bañados por el sol, callejuelas empedradas que serpentean y iglesias subterráneas talladas en piedra caliza. Vienes por el vino, te quedas por el alma del lugar: inolvidable.

Bahía de Arcachon. En aproximadamente 1 hora y 10 minutos, cambia las calles urbanas por aire marino y ostras recién extraídas. Arcachon combina elegancia y serenidad, con villas de la Belle Époque, playas doradas y el ritmo tranquilo de la costa atlántica francesa.

Duna de Pilat. A 1 hora y 15 minutos en coche, te espera una colosal maravilla de arena. Subirla es una pequeña aventura, y en la cima, las vistas sobre el bosque y el mar te dejarán sin aliento.

Cognac. Tras 1 hora y 30 minutos de carretera, entras al corazón del “oro líquido” francés. Esta ciudad rebosa elegancia clásica, entre paseos por la ribera y visitas a destilerías donde siglos de maestría cobran vida en cada sorbo.

La Rochelle. En solo 2 horas y 15 minutos, llegas a una de las joyas costeras más bellas de Francia. Viejas torres de piedra custodian el puerto, los cafés se desbordan por las plazas adoquinadas y la brisa salada lleva siglos de historia marinera.